EUROPA
PRESS
1 diciembre
2016
Las mujeres suelen estar más preocupadas por la obesidad que los
hombres, como demuestran las consultas en busca de una solución, pero sin
embargo en ellos es más peligrosa para la salud la acumulación de grasa
visceral en la zona del abdomen, ya que da lugar al síndrome metabólico
asociado a una mayor prevalencia de patologías crónicas.
"Limitan
la calidad y las expectativas de vida", ha reconocido la nutricionista
Estefanía Ramo, del Instituto Médico para el Estudio de la Obesidad (IMEO), que
cita entre estas patologías la hipertensión arterial, la diabetes tipo 2, el
hígado graso o la cardiopatía coronaria.
En
hombres empieza a desarrollarse a partir de los 35 años, acompañado por un
cambio hormonal conocido como "hipogonadismo" relacionado con la
disminución de de testosterona, mientras que en mujeres el golpe importante
suele darse a partir de la menopausia, entre los 48 y los 52 años.
Además,
también hay diferencias en el patrón alimentario de unos y otros, condicionado
por factores sociales, culturales, económicos, religiosos y de género. Las
desigualdades emergen durante la adolescencia que es el momento en el que
empiezan a ser conscientes de los cánones de belleza actuales para los cuales
el peso ideal es mucho más bajo para las mujeres que los hombres.
Las
mujeres suelen presentan una mayor preocupación por la alimentación saludable,
debido a la mayor presión que tradicionalmente se ha ejercido sobre ellas para
que alcancen y mantengan un determinado peso e imagen corporal.
De
igual modo, mientras ellas tienden a hacer cinco comidas al día de menor
volumen, los hombres suelen realizar únicamente tres comidas principales pero
más copiosas, lo que explica en parte por qué entre los casos de anorexia en
adolescentes apenas el 10 por ciento son varones, según esta experta.
En lo
que respecta al consumo de alimentos, en general los hombres tienden a optar
por carnes, arroz, pasta, pan o alcohol. En cambio, las mujeres prefieren
frutas, verdura, lácteos, pescados, huevos y productos reducidos en calorías o
grasas, así como destinados al control del peso.
Además,
ellas eligen en mayor medida productos frescos, mientras que ellos optan con
mayor frecuencia por ultra-procesados, como 'comida rápida', 'snacks', platos
listos para calentar y productos animales reconstruidos. Esto se debe a que aún
son muchas más las mujeres que saben y les gusta cocinar con respecto a los
hombres.
Otra
diferencia importante radica en lo que impulsa a comer a unos y otros. Mientras
que los varones responden a una sensación fisiológica de hambre, las féminas
tienden a comer de manera emocional, razón por la que son más vulnerables a
subir de peso ante un incremento en los niveles de ansiedad.
En
cuanto a las necesidades nutricionales, la regla básica establece que hay que
consumir 0,8 gramos de proteína por kilogramo de peso y día, lo que hace que,
dado que los hombres suelen tener un peso superior, su ingesta de alimentos
proteicos, como es la carne, ha de ser superior al de las mujeres. No obstante,
en ambos casos se debe llevar una alimentación en la que primen los vegetales,
han recomendado.